La naturaleza es tan grande, diversa y compleja como el ser humano. Eso hace que podamos tener muchísimas visiones sobre ella. Desde que se puede capturar las imágenes (en la pintura o la fotografía) el ser humano ha podido plasmar los sentimientos que ella le inspira. Y la aventura por sumergirse y explorar los distintos ecosistemas, en excursiones o caminatas, tiene ese irreversible efecto de florecer en nosotros un abanico de emociones bastante diverso.
Pero existe, actualmente, un modo muy particular de visualizar los exteriores con un ojo triste y al mismo tiempo muy reflexivo. Las redes se llenan de imágenes con tonalidades muy similares que encuentran lugar en este concepto. Un modo de acercarnos a esta definición es usando la expresión en inglés: Feeling Blue, que es básicamente sentirse triste y, al mismo tiempo, se conecta con un color en particular. Como hicieron Van Gogh y Picasso en su momento a través de ese periodo azul que definió una etapa de sus carreras, la nostalgia se fue apoderando del lienzo. Lo mismo ha ocurrido dentro de este punto de vista tan genuino al que nos referimos. La naturaleza, humana y su hábitat, son las protagonistas de la melancolía y el matiz que cubre mejor esa idea es precisamente el azul.
Hay artistas visuales en la actualidad, como Elsa Bleda, Patrick McCormack y Felipe OA que comparten esta visión de la naturaleza. Sus imágenes son un vehículo a la tristeza que transmiten algunos paisajes. Dejan en evidencia lo ciega que está la humanidad en apreciar algo tan hermoso, la pena que sufre el entorno cuando es ignorado, cuestionar el lugar de la humanidad en este misterio que ella misma genera.
Elsa Bleda ©
Ahí se agrupan algunas puestas agresivas como tormentas eléctricas cuyos rayos se despliegan por los cielos y océanos agitados capturados en la noche bajo la luna que ilumina la espuma que hace las olas. Es un sentimiento abrumador. Apreciar lo salvaje con un respeto tal que intimida, que da miedo. Pero también está una visión más serena, de días nublados y lluviosos, de puentes sobre lagos decorados con neblina y bosques que transmiten un hermoso silencio. Con el azul alcanzando rostros nuevos, transformándose en otros colores gracias a la luz y ese Feeling Blue dejando su firma en todos los momentos.
Es un ejercicio de conexión y reconciliación con algo fundamental que forma parte del ser humano: su vínculo con la naturaleza. Es algo esencial y esta perspectiva ha sido un modo poderoso para hablar de ello.